Introducción
Todos necesitamos la ayuda de los demás. Si queremos emprender un negocio, si vamos detrás de un ascenso, si queremos lanzar un nuevo producto, si deseamos que nuestra empresa cambie de rumbo, si queremos ampliar nuestra área de ventas, necesitaremos a gente que nos ayude a conseguirlo. Nunca conseguiremos grandes metas si intentamos hacerlo solos.
El presidente y consejero delegado de Yum!, David Novak, supo crear en su empresa una cultura del reconocimiento donde cada persona contara. Desde el principio fue consciente de que todo el mundo, independientemente de su ocupación o procedencia, quiere saber qué es importante y disfrutar haciendo su trabajo. Hoy en día, Yum! Brands es la mayor compañía de restauración del mundo, es propietaria de las marcas Kentucky Fried Chicken, Pizza Hut y Taco Bell, y emplea a más de 1,4 millones de empleados en 117 países alrededor del mundo.
Llevando a tu equipo contigo no es otro libro repleto de principios de liderazgo oídos una y otra vez. Es un plan de acción. Ofrece un proceso muy específico que nos ayudará a establecer metas ambiciosas, motivar a los compañeros para trabajar en equipo, celebrar los objetivos una vez conseguidos y repetir todo ello una y otra vez hasta que la excelencia se convierta en una constante de la cultura corporativa.
Lo mejor de uno mismo. Ser auténtico, conocerse bien y crecer como persona
Suelen decirnos que en los negocios —como en la vida—, hay que ser uno mismo para ser digno de confianza. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. En realidad, es mucho más difícil ser uno mismo de lo que la mayoría de la gente está dispuesta a admitir.
Los políticos, por ejemplo, cuentan con los mejores asesores para ayudarlos a crear una imagen que atraiga al público. A pesar de ello, tropiezan cuando intentan ser algo que no son. Ser verdaderamente uno mismo es un desafío diario que resulta duro para todo el mundo, al margen de su ocupación.
La gente reconoce y sigue a una persona auténtica cuando la ve, porque es alguien que va por la vida siendo ella misma, es fiel a sus ideas y no está dispuesta a ceder. Todos podemos citar a gente así y a menudo hay un amplio acuerdo de que figuras tan dispares como Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Oprah Winfrey, Muhammad Ali o Winston Churchill son (o fueron) auténticos, lo que demuestra que la autenticidad se puede revelar de muchas formas distintas.
Esas personas tuvieron una autenticidad extraordinaria, es decir, fueron capaces de ser ellos mismos incluso en las situaciones más adversas. Esto requiere vivir en una paradoja: para inspirar como líder, hay que conocerse a uno mismo, pero también hay que ser capaz de admitir cuándo no se sabe algo. Tenemos que mostrarnos seguros y ser vulnerables a la vez.
Permitirse ser vulnerable puede ser difícil para la mayoría, pero en el mundo de los negocios la idea de ser uno mismo es mucho más complicada debido a la importancia de mantener una buena relación con todo tipo de personas. Evidentemente, uno no puede decir a sus colegas o clientes: “Este soy yo, lo toma o lo deja”. Al menos debe evitarlo si pretende continuar colaborando con ellos. En su lugar, hay que averiguar cómo ser uno mismo de manera que potenciemos nuestro atractivo e impacto en vez de enfriar las relaciones y chocar innecesariamente con la cultura de la empresa.
Sacar lo mejor de uno mismo. Los mejores líderes comprenden que este proceso dura toda la vida y que, aunque se alcanza la cumbre, nunca se puede dejar de trabajar en uno mismo. Uno debe continuar intentando conocerse como líder y buscando cómo puede mejorar y crecer.
Cuando a Warren Buffett, uno de los mejores líderes del mundo, le preguntaron sobre lo que busca en una empresa cuando la adquiere, dijo: “Busco compañías dirigidas por pintores que estén trabajando en algún cuadro inacabado. Saben cómo puede ser el cuadro y les apasiona hacerlo lo más grande posible”.
Esta analogía nos recuerda que una empresa siempre es una obra inacabada. También nos hace pensar en lo que hace grande un cuadro. Un gran cuadro, una obra de arte, es único en el mundo, diferente de todo lo que hay sobre la tierra.
Esto también lo podemos aplicar a nosotros mismos. Nadie tiene nuestro ADN, ni es exactamente como nosotros. Los mejores líderes son los que comprenden que no se parecen a nadie más, que poseen un conjunto de puntos fuertes y débiles únicos, intereses y conocimientos, y que siempre van a ser una obra en curso.