Introducción
Hay millones de personas que realizan trabajos por los que no sienten ninguna pasión, a los que van solo para ganar un sueldo a final de mes. A menudo les oímos decir: “mi trabajo es un rollo”, “estoy cansado de mi jefe”, “con lo que gano apenas puedo vivir”, “no me siento cómodo en mi empresa”, etc. Todas ellas dejarían mañana mismo su trabajo si pudieran permitírselo económicamente.
Igualmente, están los emprendedores, personas que han puesto en marcha una aventura empresarial y que suelen atravesar todo tipo de problemas, exceso de trabajo y enormes dificultades hasta que llegan a levantar su sueño. A ellos es frecuente oírles decir: “cada vez trabajo más horas”, “necesito obtener beneficios ya”, “me cuesta mucho encontrar trabajadores responsables”, etc.
Algo falla si en España, por ejemplo, ocho de cada diez profesionales se sienten insatisfechos en su trabajo; si sacar un proyecto adelante cuesta tanto desde el primer día; o, aún peor, si muchas magníficas ideas ni siquiera se ponen en marcha.
Por otra parte, la mayoría de los libros de empresa trata sobre la manera de hacer bien las cosas. Pocos analizan y reflexionan sobre los errores, que es una excelente e infravalorada manera de aprender, puesto que la equivocación constituye una de las bases sobre las que construimos nuestro aprendizaje.
Ser emprendedor es un ejercicio de equilibrismo en la cuerda floja. Los emprendedores algunas veces se equivocan; están obligados a ser creativos y a tomar decisiones 24 horas al día; tienen que aplicar nuevos enfoques a viejos problemas; deben ser los capitanes de su vida profesional y, a la vez, disfrutar de tiempo libre de calidad… De todo ello nos habla el presente libro, que el autor dedica a todas aquellas personas que no se atreven a dar el paso de ser emprendedoras, a otras muchas que lo intentan y no lo consiguen, y a aquellas que se ponen manos a la obra y encuentran millones de dificultades pero están decididas a superarlas.
Parte 1: Errores comunes en la planificación de nuestro trabajo
Error: dedicarse a algo por lo que no sentimos pasión.
Todos los seres humanos somos buenos en lo que nos apasiona y tenemos un gran potencial que, correctamente dirigido, nos permite lograr casi todo lo que nos propongamos. La fórmula es sencilla: si conseguimos dedicarnos a lo que nos gusta y, por tanto, somos buenos en ello, trabajar será una experiencia gratificante.
Por ello, lo primero que tenemos que hacer es descubrir a qué queremos dedicarnos. No hay nada que incremente más la energía de una persona que saber adónde se dirige, ni nada más estimulante que levantarse por la mañana con una meta clara en la vida. En el caso contrario, si trabajamos en algo que no nos apasiona, estaremos cometiendo el mayor error de nuestras vidas.
Con un poco de creatividad es posible que podamos ganar dinero haciendo lo que nos gusta o, al menos, algo muy parecido. Vivimos en una sociedad compleja y variada, donde se demandan cada vez más productos y servicios de la más diversa índole. Hay muchas probabilidades de que podamos encontrar la manera de trabajar en lo que nos gusta. No debemos ver el hecho de que nadie se dedique a lo que hacemos o queremos hacer como una limitación o como una prueba de que no hay mercado, sino más bien como una oportunidad. Cada año nacen cientos de categorías nuevas de productos y, aunque no todas sobreviven, muchas acaban por consolidarse en el mercado.
Un ejercicio que nos puede resultar útil a la hora de encontrar una oportunidad para dedicarnos a lo que queremos es preguntarnos: “¿a qué me dedicaría si tuviera todo el dinero del mundo para mí y para mis seres queridos?”. Es una de las preguntas más eficaces, que, respondida con sinceridad, nos puede dar un resultado impactante.
Error: no dedicarse a su propio negocio. La mayoría de los emprendedores se encargan de su propio negocio y de mil cuestiones más. Esto es un error, porque así se distraen y descuidan las actividades estratégicas de su gestión.
En este sentido nos puede resultar muy instructivo el caso de las multinacionales. Estas organizaciones prestan una especial atención a lo que consideran la parte esencial de su actividad y todo lo demás lo externalizan. Según Naomi Klein, la afamada autora de No Logo: “… Hacia los ochenta […] se llegó a la conclusión de que algunas empresas eran demasiado grandes. Llegó a parecer que el proceso mismo de producción ya no era la ruta del éxito, sino un estorbo intolerable […]. Algunos pioneros plantearon la tesis de que la producción de bienes solo era un aspecto secundario de sus operaciones […]. Lo principal que producían estas empresas no eran cosas […]. Su verdadero trabajo no consistía en manufacturar, sino en comercializar”.
En el momento en que estas empresas comprendieron cuál era la parte esencial de su negocio, que en este caso consistía solamente en crear marcas para comercializarlas, empezaron a ganar más dinero.
Aquí está la clave. En nuestro negocio hay una parte esencial, lo que se conoce como el core business (el corazón del negocio); es lo que hacemos o deberíamos hacer mejor que nadie y tendríamos que concentrar en ello toda nuestra energía. Todo lo demás (declaración de impuestos, limpieza…) –igual que las grandes compañías– no deberíamos acometerlo nosotros mismos, sino externalizarlo, dejar que otras empresas o personas lo hagan por nosotros. Si procedemos así, nos profesionalizaremos, porque dispondremos de más tiempo para centrarnos en nuestra actividad.
Error: no ofrecer ningún valor añadido. La tarea de ofrecer un valor añadido a los clientes es una de las más estratégicas para un emprendedor, por lo que no se puede dejar de lado en ningún momento.
Si el emprendedor no tiene algo que le diferencie (el valor añadido) y no lo comunica de forma clara, en la práctica será percibido como uno más entre el resto de personas o empresas que hacen lo mismo que él. No será más que uno del montón.
Dar con el elemento diferenciador no necesariamente tiene que suponer mucho esfuerzo y, sin embargo, ayuda a encontrar y mantener clientes. Estos últimos necesitan saber, aunque sea de manera intuitiva, por qué nuestra empresa es única en lo que hace, o por qué nuestros productos o servicios son diferentes. Cuanto más especializado sea el trabajo que llevemos a cabo, más necesario resultará que seamos capaces de diferenciarnos.
Diferenciarse únicamente por precios asequibles no es recomendable. Aunque es una buena técnica de posicionamiento, apurar los precios a la baja, a largo plazo, no es sostenible ni suele ser rentable. Diferenciarse solamente por el precio, como mucho, puede ser sostenible mientras conseguimos nuestros primeros clientes. Por otra parte, los precios más competitivos se asocian rápidamente a productos de baja calidad, independientemente de que sea cierto o no.
Otro tipo de valor añadido diferente es el que ofrecemos en cada trabajo que realizamos. Debemos encontrar la manera de que, cada vez que ofrezcamos un producto o servicio, este llegue con algo más de lo esperado. Podemos intentar entregarlo antes de la fecha en que lo esperan; o regalar algo que no nos cueste mucho, pero que supone una sorpresa para el cliente. La clave es superar la expectativa que este tiene sobre nosotros o nuestro trabajo.
Error: no poner los contadores a cero de vez en cuando. Otro de los errores que cometen frecuentemente los emprendedores es quedarse atados al pasado. Hacer una limpieza de cosas, tareas pendientes y creencias, de vez en cuando, es una actividad energizante y necesaria: nos ayuda a sentirnos bien y a ser más eficaces en nuestro trabajo.
Hay ideas, objetos y opiniones que funcionan en un momento de la vida, pero que, pasado un tiempo, ya no resultan útiles. Debemos reciclar todo ese material que no nos sirve para que no nos lastre innecesariamente. Hay pocas actividades tan revitalizantes e inspiradoras como eliminar todos los “tengo que…” que incordian nuestras vidas.
alejandro galiano leon
Me ha encantado el resumen y el contenido. En la cultura española le tenemos mucho miedo al fallo o al error porque lo asociamos con el fracaso, cuando realmente es una grandísima fuente de información para mejorar. Recomiendo a todo el mundo ver los videos de Sergio Fernandez, con el fue con el primero que sentí interés por el mundo del desarrollo personal y profesional.