¿Existe una burbuja en el ecosistema digital español? Sí. Estamos en plena burbuja no solo de valoración de proyectos, sino que además no hemos recuperado ni la eficiencia en el uso del capital ni la disciplina económico-financiera. Por tanto, hay que invertir con mucha prudencia.
Una parte importante del dinero, público además, que se invierte en startups se está tirando. Se insufló demasiado dinero en un medio insuficientemente preparado para invertir en tecnología. Durante un tiempo pensamos que cualquiera podía ser emprendedor o inversor.
Hay muchos proyectos viables, pero echo de menos los realmente invertibles. Además, en España, mi país, hay un éxodo masivo de emprendedores de primera fila. Hay mucho dinero, pero faltan proyectos que cumplan sus expectativas porque el mercado es pequeño y enclenque. Lógicamente, los buenos empresarios se trasladan a un hábitat donde pueden crecer mejor. Por tanto, España no es actualmente un lugar idóneo para invertir o emprender.
De momento, es imposible que en España pueda haber un Silicon Valley. En los últimos diez años, en el mundo han surgido 88 empresas tecnológicas que han alcanzado un valor de mercado igual o superior a los 1000 millones de dólares. Solo cuatro son europeas, diez son chinas y 50 son estadounidenses. De ellas, 35 se crearon en Silicon Valley.
De todas formas, en España tenemos Zara, el mayor emprendimiento europeo de los últimos diez años. Amancio Ortega, fundador de Inditex, una empresa que surgió sin inversores, ha creado más empleo y valor que cualquier emprendedor que tanto se mitifica hoy en día. Por su parte, desde su creación en 1950, Silicon Valley tardó por lo menos veinte años en conseguir que alguien se enterase de su existencia.
El primer gran requisito para fomentar el emprendimiento es que haya emprendedores, y eso se consigue con formación, con ambición, con instrumentos necesarios para que estas personas puedan crear empresas, y con contagio. Hay que enviar a algunos jóvenes a los lugares donde están los emprendedores. Me refiero a EE. UU., pero también a Israel, Corea del Sur, India, China, y en España, Barcelona.
Pero ¿a qué emprendedores me refiero? Un emprendedor es solo un empresario en periodo de rodaje. Por eso, lo más urgente es ayudar a las startups a vender y a hacer negocio con medidas útiles, es decir, financieras y fiscales, más que limitarse a mejorar la burocracia.
Un emprendedor no es un profesional liberal que adopta la forma jurídica de empresa por razones fiscales. Eso no es crear una empresa, y por ello yo aconsejo a los futuros emprendedores que nunca dejen de formarse como empresarios y que acumulen toda la experiencia que puedan. Las empresas suelen fundarlas los que poseen cierto grado de experiencia. Zuckerberg, el creador de Facebook, es una excepción.
En 2009, la Fundación Kauffman publicó el informe La anatomía del emprendedor basado en una encuesta realizada a 549 fundadores de empresas estadounidenses. Entre otras, el informe llegaba a las siguientes conclusiones: más del 90 % de los emprendedores son de clase media o media alta y poseen formación universitaria. El 47 % tiene estudios de posgrado y menos del 1 % procede de familias muy ricas o muy pobres. La gran mayoría posee un grado de formación superior al de sus padres.
La edad media en el momento de fundar la primera empresa es de 40 años y la mayoría ha trabajado por cuenta ajena durante más de seis años. El 74,8 % indica que su principal motivación es el deseo de hacerse rico. En cuanto a los obstáculos, el 98 % señala la falta de capacidad para asumir riesgos. Otros obstáculos son el tiempo y el esfuerzo, la dificultad para conseguir capital, la falta de preparación para la gestión empresarial y de conocimientos sobre el negocio y el mercado.
Solo el 11 % recibió venture capital, mientas que el 9 % admite financiación de business angels o inversores privados. El 68 % considera importante la disponibilidad de inversores. De entre los que recibieron capital riesgo, el 96 % lo considera determinante para la creación de su empresa.
Puestos a cuestionar mitos, me gustaría tratar otro muy común: la innovación. La innovación es solo una posibilidad. Por lo que sé, la falsa equivalencia entre innovación y emprendimiento proviene del libro, por lo demás buenísimo, Innovation and Entrepreneurship (1985), de Peter F. Drucker. Sin embargo, emprender e innovar no tienen nada que ver.
Apple es una de las empresas más innovadoras del mundo, pero no tiene nada de emprendimiento. Luego tenemos empresas que son emprendedoras e innovadoras, como Uber, Airbnb o BlaBlaCar. Y otras como Sears, IBM, Federal Express, Dupont o Ford a las que la innovación no las salvó a pesar de que son las más aplaudidas y admiradas, y configuran el arquetipo que yo rebato.
También hay empresas emprendedoras pero no innovadoras. Son las que conozco mejor, porque las apoyé casi desde el principio. Entre ellas está Privalia, un modelo copiado de los franceses que hoy emplea a centenares de trabajadores y supone la mayor e-commerce de España. Y, por último, hay empresas que no son ni lo uno ni lo otro, como Google, Telefónica y, sin duda, Disney. En su caso, la innovación y el emprendimiento, llámense Marvel, Pixar o La guerra de las galaxias, se compran.
Yo no busco empresas innovadoras, sino buenas startups invertibles. A los emprendedores les digo que copien sin parar hasta que no puedan más. Y cuando hayan copiado todo lo copiable, que lo mejoren. Es lo que hizo Privalia. Antes de innovar, hay que saber muy bien en qué negocio estás.
Por otra parte, ser innovador no es sinónimo de tener éxito. Ante una innovación, el mercado es a menudo caprichoso e imprevisible, y no quiere plegarse a lo que dicta tu business plan. Nadie sabe si algo innovador va a funcionar o no. Zuckerberg dudaba de que Facebook fuera útil fuera de las universidades de su país. Steve Ballmer, entonces consejero delegado de Microsoft, se rio del iPhone cuando lo vio.
Aunque el mercado sea receptivo a tu innovación, lo que tienes que hacer es capturar en forma de ingresos y beneficios una parte del valor que has creado. Que no te pase lo mismo que a las líneas aéreas, que crean muchísimo valor pero que no ganan dinero. Internet ha simplificado el acceso al emprendimiento y ha puesto al alcance de quien quiera entenderlo muchas oportunidades de negocio debido a tres ventajas: permite fundar una empresa a coste muy reducido, alcanzar mercados globales con un coste muy razonable y desafiar modelos de negocio asentados con nuevas ideas que nadie había pensado o que nadie había encontrado la forma de llevar a cabo.
Estas ventajas crean muchas más oportunidades, pero como son millones quienes lo intentan a la vez, tenemos que ser más competitivos, más ágiles y tener en cuenta lo que decía el experto Gary Hamel: “en cualquier garaje hay un emprendedor fundiendo una bala con el nombre de tu empresa”.
Luis Alejandro Agudelo
Uff que librazo ! Una de las pepitas de oro que nos deja el libro es su punto de vista sincero desde los dos bandos de las Starups, el punto de vista del emprendedor y el punto de vista del inversos. Juega entre estos dos puntos lanzando sus flechas respecto a los errores de los emprendedores y a la sinceridad con la que un inversor quiere entrar en tu negocio. Además que nos da las claves para que en el caso que queramos financiación, podamos aumentar nuestro número de posibilidades. Pero lo cierto es que les gusta que las emprendimientos comiences con recursos propios del emprendedor, esto nos dará mas puntuación ;)
Pablo Díaz
me encanta