Introducción
Serendipity. Incluso dicha en inglés, esta palabra nos suena familiar, afable. Puede que no tengamos mucha idea de qué significa realmente, pero al escucharla sentimos una cierta seguridad. Es como ver un camino e intuir que si lo seguimos nos llevará a buen término o a conocer de repente a alguien y presentir que este conocimiento merece la pena. Algo en lo que confiar.
Y haremos bien en confiar en ella porque, efectivamente, es una palabra mágica. Encierra un significado que no contienen otras. Serendipity nos acerca a objetivos que ni siquiera nos habíamos planteado, nos trae aquello con lo que nunca habíamos soñado pero que, una vez descubierto, no podemos dejar de pensar en ello. Se trata de conseguir no lo que nos habíamos propuesto concretamente, sino algo que va mucho más allá.
El Oxford Dictionary la define como ‘ocurrencia o desarrollo de eventos fortuitos en un modo feliz o beneficioso’. Otras fuentes la definen como ‘capacidad para hacer descubrimientos deseables por accidente; encontrar algo magnífico mientras se busca otra cosa’. Por tanto, podemos concluir que serendipity es el descubrimiento de algo valioso de forma accidental.
¿Cuestión de suerte? Si conseguir el objetivo que nos hemos fijado es una cuestión de accidente, suerte o chiripa, eso significa que no ha sido planeado ni buscado y, por lo tanto, poco podemos hacer para que la serendipity llame a nuestra puerta. Es sensato pensar así. De hecho, se dice que el azar no se puede predecir, que no hay trucos para conseguir o atraer la serendipity. Pues bien, Guzmán López cree que sí y nos lo explica en detalle en su libro.
El desayuno más popular del mundo fue descubierto por serendipity. También el velcro, las tiritas, el caucho, la ley de Arquímedes, el rayo láser, las cookies de chocolate, la penicilina, el microondas, América, el Post-it, la radioactividad, etc. Todo esto no podía ser solo casualidad. Intrigado por este fenómeno, Guzmán López ha estudiado el proceso a fondo y ha descubierto que la serendipity no es únicamente cosa de azar. La suerte favorece a las mentes preparadas. Este libro nos enseñará justamente eso, cómo preparar nuestras mentes para que el azar, si es que existe, nos eche una mano con nuestros sueños.
Los príncipes del siglo XXI
El vocablo serendipity apareció por primera vez en una carta del escritor y político del siglo XVIII Horace Walpole. Este acuñó la palabra asombrado por la lectura de un antiguo cuento persa titulado Peregrinaggio di tre giovani figliuoli del re di Serendippo, en el que se narran los extraordinarios viajes de tres príncipes, así como las aventuras que vivían y los descubrimientos que iban haciendo, por accidente o sagacidad, de cosas que no estaban buscando.
El mundo está lleno de príncipes de Serendippo. Son personas normales y corrientes en apariencia, pero con un planteamiento muy distinto que los hace merecedores de los accidentes afortunados. Si no, que se lo digan a gente como Art Fry, Bette Smith o Ruth Wakefield. El Post-it, el Tippex y las galletas cookies son sus respectivos hallazgos. Los tres fueron curiosos, ingeniosos y valientes. No es fácil seguir la intuición por un pequeño descubrimiento; tampoco lo es enfrentarse a la norma de hacer algo diferente.
Para mantener vivo el espíritu de estos príncipes debemos tomarnos la vida de otra manera: adquirir cierta filosofía de vida en la cual los errores dejarían de tener el significado que tienen para la mayoría de la gente y pasarían a ser una buena oportunidad para descubrir algo valioso e inesperado. Un sueño dejaría de ser algo curioso para comentar en el desayuno y se convertiría en la semilla de algo realmente grande. Seguir una idea para ver adónde nos lleva, aunque sea por el mero hecho de jugar, puede ser el principio de algo muy interesante.
Pero ¿por qué no existen más príncipes? Hay varios factores que se entrecruzan y complican la respuesta a esta pregunta. Uno de ellos es el tiempo. Hoy en día, pocos se paran a reflexionar sobre algún accidente. No son muchos los que intentan dar la vuelta al problema y aprovechar la fuerza que suele contener. Otro de los factores es la confianza en uno mismo. A causa de los estereotipos y los mitos que hay creados con respecto a conceptos tan mantenidos como la inteligencia, la creatividad o la figura del genio, las personas que se consideran a sí mismas como normales piensan que ellas no podrán llegar a inventar, crear o descubrir nada.
Por lo tanto, lo primero que debemos hacer es confiar más en nosotros mismos. Con eso partimos de la base de que todos tenemos talento, pero que muchos no lo llegamos a desarrollar nunca. Serendipity nos ayuda a descubrirlo gracias a las oportunidades que nos brinda. Alimentos como el dónut o el dulce de leche, juegos como el Monopoly o el Trivial Pursuit, o remedios como las tiritas o la píldora anticonceptiva los descubrieron personas que no trabajaban en esos campos por serendipity.
Como hemos visto, aprovechar el tiempo, se haga lo que se haga, y la confianza en uno mismo son, por consiguiente, unas constantes tanto para las personas como para las organizaciones que decidan apostar por la cultura corporativa. Pero aún hay más. A continuación veremos que no solo se consiguen buenos resultados siendo valientes o extremadamente curiosos: todos nuestros príncipes siguieron, sin saberlo, una serie de pasos que los llevaron a conseguir su objetivo. Precisamente es de lo que vamos a hablar a continuación: de la importancia de tener un objetivo.
David Tertov
Excelente!
Mateo Padrón
Me toco la fibra la frase de steve jobs, guiandonos con nuestro corazon, trabajando duro y siendo constantes vamos a poder mirar atras unir puntos e inspirar a las demas personas con nuestra historia. O como dijo picasso: si existe la suerte mejor que nos encuentre trabajando.
Javi Viteri
Me ha puesto la cabeza a mil, me recordó el valor de la acción y la confianza en mi sobre la pasividad de esperar que algo mas me cambie la vida. Fabuloso