Richard Branson nació en 1950, en Shamley Green, en el condado de Surrey. Su familia era de clase media: su padre ejercía de abogado y la madre trabajaba de azafata. De su infancia recuerda que sus padres le planteaban retos constantemente. Su madre estaba decidida a convertir a sus hermanas y a él en personas independientes. Así, cuando Branson tenía cuatro años, recuerda que su madre detuvo el coche a unos kilómetros de la casa familiar y le hizo buscar el camino de regreso por sí mismo como un reto que debía superar. Toda una metáfora de lo que sería después su vida.
La familia de Branson era una de esas que habrían “matado unos por otros”. Sus padres siempre trataron a los hijos como iguales, como personas cuyas opiniones eran tan justas y válidas como las suyas. Los niños crecieron hablando con sus padres como si fueran amigos. Siendo niños, opinaban sobre los casos legales de su padre y discutían sobre asuntos tales como la pornografía o la legalización de las drogas mucho antes de que ninguno supiera realmente de qué estaba hablando. Sus padres siempre los animaron a tener sus propias opiniones, y raramente les daban consejo, salvo que los niños se lo pidieran.
En la familia había un gran ambiente de trabajo en equipo. Si los niños trataban de escabullirse diciendo que tenían otra cosa que hacer, se les decía en tono severo que eran unos egoístas. Como resultado crecieron con la clara prioridad de pensar primero en los demás. Los niños debían mantenerse siempre ocupados cuando estaban cerca de la madre. Ella trabajaba en un cobertizo del jardín haciendo cajas de madera para servilletas de papel y papeleras que luego vendía a las tiendas. El padre era un hombre muy creativo y hábil con las manos, y diseñaba tornos especiales para sostener las cajas mientras la cola se secaba. Con el tiempo, la madre comenzó a suministrar sus cajas de servilletas a Harrods, y su negocio se convirtió en un pequeño taller artesanal.
Cuando tenía ocho años, a Branson le enviaron al internado de Scaitcliffe, en Windsor Great Park. Con esa edad todavía no sabía leer, básicamente porque era disléxico y miope.
Sin embargo, su salvación vino de fuera de las aulas: resultó que era bueno en deportes, lo cual significaba —dada la importancia del deporte en los colegios privados ingleses de aquel entonces— ser un héroe en la escuela. Branson llegó a ser capitán de los equipos de fútbol, rugby y cricket; y, en 1961, justo antes de cumplir once años, logró ganar todos los campeonatos.
Después, tras ser trasladado a otro colegio privado de educación secundaria, fundó la revista de la escuela Student, a la que dedicó mucha más energía y tiempo que a los estudios.
Cuando Branson dejó Stowe, en 1967, con casi diecisiete años de edad, las palabras de despedida de su director fueron: “Felicidades, Branson. Una de dos, o irás a la cárcel o serás millonario”.
Martin Estanislao Dasso
Muy interesante hay pepitas de oro , recomendado