Introducción
¿Alguna vez te has preguntado si es posible aprender a pensar? Y si sí, ¿no te has preguntado por qué nadie nos ha enseñado a hacerlo?
Cuando somos niños nos enseñan matemáticas, gramática, geografía e historia. Todos estos conocimientos nos permiten darnos una idea del mundo en el que estamos y nos dan las herramientas básicas para afrontarlo.
Pero además de aprender a sumar, restar, escribir, leer o a tener cierto grado de cultura general, la escuela también nos enseña a aprender, lo cual es importantísimo en una sociedad que constantemente nos demanda actualizar nuestros conocimientos.
En este sentido, todos hemos sido capacitados para aprender, ¿pero cuántos hemos aprendido a pensar?
Si te das una vuelta por las redes sociales, seguramente te darás cuenta que allá afuera existen muchas personas que tienen un razonamiento, digamos… casi inexistente.
No me refiero solo a aquellas personas que hablan y tienen poca información del tema que tratan, sino también a las que tienen una manera muy específica de pensar. Una que es, principalmente, improductiva, y que yo llamo Loserthink o pensamiento perdedor.
El Loserthink, aunque no lo creas, (créelo), está en todas partes. Está en ti y en cada uno de nosotros. Sin importar nuestra inteligencia o formación académica. Y es normal.
Pensar con claridad es bastante inusual y hay un motivo para ello. Y es que al margen de lo inteligentes que seamos, si no tenemos experiencia o amplitud de conocimientos en una serie de campos, es muy probable que no seamos capaces de pensar de la manera más efectiva.
Un ingeniero no piensa igual que un psicólogo, un artista no piensa igual que un científico y un abogado no piensa igual que un líder. Esto es evidente, ¿no? Especializarnos en adquirir un tipo de conocimiento implica que omitamos otros, y al mismo tiempo, nos brinda de un método de pensamiento particular el cual solo funciona para desenvolvernos en ese mismo campo, ¿pero a qué costo?
Si no hemos experimentado el mundo mediante nuevos enfoques, o utilizado otras técnicas de pensamiento de otros campos que no son el nuestro, es mucho lo que se nos escapa, pues limita enormemente nuestra capacidad para resolver problemas.
Aprender a pensar de otras formas es crucial. Y cada disciplina guarda su propio método de pensamiento más productivo. Conocerlos es ampliar tu arsenal de herramientas en un mundo que cada vez se pone más complejo.
Y si no los aprendiste en la escuela, es momento de que lo hagas. Esas herramientas y métodos son justo lo que te voy a enseñar aquí.
Pensar como psicólogos
La ilusión mentalista
Seamos sinceros. ¿Cuántas veces han discutido tú y tu pareja, debido a que él o ella, creyó saber con absoluta certeza lo que tú pensabas en un momento determinado? Así como si fuese capaz de leer tu mente con absoluta claridad.
¿O cuántas veces has iniciado tú la discusión debido a tu supuesta capacidad de deducir lo que el otro piensa?
Seguramente más de las que te gustaría confesar. Tranquilo. Esto es muy común. Este fenómeno se llama “la ilusión mentalista”. Los humanos creemos que tenemos un muy buen ojo para saber lo que los demás piensan.
Y no. No es cierto. En realidad no tenemos ni idea. Lo único que podemos saber del otro es lo que dice y hace, e incluso ese conocimiento puede estar incompleto si no consideramos el contexto en el que se encuentra.
Por ponerte un ejemplo, hace un par de meses se le acusaba de racismo al político Ron DeSantis en Twitter por decir que su oponente al cargo de gobernador de Florida, un candidato de origen africano, “sabe expresarse”.
Los críticos no se hicieron esperar y acusaron de racista a DeSantis. Porque claro, como ellos interpretaban lo de “sabe expresarse” como ofensivo en el contexto en el que se había usado, imaginaban que DeSantis también lo interpretaba así.
Sin embargo, un rápido vistazo a Twitter confirmó que eran muchas las personas que ignoraban que decir “sabe expresarse” tuviera históricamente una connotación ofensiva cuando se refería a personas de color.
Por lo tanto, ¿era DeSantis una de las personas que sabían que la expresión era ofensiva en el contexto en que la utilizó o, por otra parte, era una de las muchas personas que lo desconocían?
Por un lado, las personas que están al tanto de que la expresión es efectivamente ofensiva para los estadounidenses de origen africano seguramente supusieron que DeSantis también estaba al tanto.
Por otro lado, las personas que nunca habían oído que la expresión en cuestión fuese ofensiva seguramente supusieron que DeSantis tampoco lo sabía.
¿Ves a dónde quiero llegar con esto?
En efecto, ambos grupos obraron como si fueran capaces de leer los pensamientos del político basándose en la ilusión del mentalista, y supusieron que la mente de él era igual a la suya.
Si hemos de ser objetivos con DeSantis, lo único que podemos saber con seguridad es que cometió un error verbal que muchas personas habrían sabido evitar, aunque muchas otras no.
Claro que estamos en condiciones de saber que emplear aquellas expresiones le causaron al político un par de problemas innecesarios, pero no estamos en condiciones de conocer sus pensamientos, y por lo tanto, tampoco de afirmar que es o no tal o cual cosa.
Si tú estás convencido de que sabes lo que piensa alguien más, no solo es una señal de que a lo mejor confías demasiado en tu opinión, sino que también es una señal de que has caído de lleno en el Loserthink.
Evítalo.
El problema del egotismo
Permíteme ser claro antes de comenzar. En teoría, el egotismo es el afán de hablar una persona de sí misma o el sentimiento exagerado de la propia personalidad.
Pero en la práctica, podemos entender el egotismo mediante dos enfoques: vanidad o amor propio. Una es Loserthink, la otra es muy útil. Desde luego, aquí nos enfocaremos en desarrollar el enfoque útil.
La forma productiva de concebir el egotismo es considerarlo un instrumento, no un reflejo de lo que somos. Si volteas a verlo como un instrumento, podrás aprender a incentivarlo cuando lo necesites y a mitigarlo cuando se vuelva un obstáculo.
Cuando los humanos creemos que nuestras habilidades son más brillantes de lo que dicen los hechos, esta idea puede llevarnos a obtener grandes resultados en el deporte, los exámenes, la vida social, el trabajo y otros ámbitos.
Ahí es justo cuando el egotismo funciona como herramienta, ya que la confianza está estrechamente ligada al éxito.
Por ejemplo, si te convences a ti mismo de que eres el mejor candidato para un empleo al que ya han aspirado muchas otras personas, tu convicción puede convertirse en confianza, y por lo tanto, tendrás un mejor estado de ánimo. Lo que te hará desenvolverte mejor en la entrevista.
Esa parte eficaz de la confianza hace que tengamos la convicción de que podemos hacer más de lo que sugieren las pruebas disponibles. Sin embargo, en ocasiones no utilizamos este enfoque productivo, y en cambio, caemos en el Loserthink.
Caemos en el Loserthink cuando consideramos que el ego refleja nuestra verdadera personalidad. Yo he sido víctima de él.
Sucedió cuando, cierta vez, me dejé cegar por mi vanidad y rechacé un empleo que me posicionaba en un puesto de menor rango que el que tenía en aquel momento de directivo, pero que tenía una gran oportunidad de crecimiento con el tiempo.
El colega que lo aceptó hizo contactos importantes entre los altos directivos y no tardó en convertirse en uno de los vicepresidentes más jóvenes de la historia de la compañía. Ese habría sido yo si el ego no me hubiera puesto una zancadilla.
Si crees que tu ego te hace justicia, y no lo ves como un instrumento que puedes estimular o mitigar según tus necesidades, es posible que seas víctima del Loserthink.
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Biografía del autor
Scott Adams
Scott Adams es el creador de la mundialmente conocida tira cómica Dilbert y del libro Como fracasar en casi todo y aún así triunfar.
Ficha técnica
Editorial: Empresa Activa
ISBN: 8416997322
Temáticas: Analizar y tomar decisiones Crecimiento personal y psicología positiva Desarrollo profesional Resolver conflictos Características de un buen líder Audio
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