Fish!

Introducción

¿Has escuchado la frase “la vida es muy corta como para hacer algo que no me gusta”?

Hoy es muy común creer que todos deberíamos hacer solo lo que nos gusta. Que uno no tiene por qué conformarse en hacer nada a menos que lo que hagamos sea lo que amamos.

Viajar por el mundo, pintar, escribir poesía, disfrutar y ya. La vida es muy breve para malgastarla dedicando horas a un trabajo que no es el ideal.

¿Cuál es el problema con esta mentalidad? Que enfocarnos tanto en el futuro hace que no valoremos el presente. Nos perdemos “el hoy” por “el mañana”. Y eso nos impide vivir plenamente.

Pero hay otro problema: en el mundo real hay condiciones que nos impiden alcanzar ese trabajo ideal y perfecto. Muchos tenemos responsabilidades con la familia, deudas, proyectos, o situaciones personales que no nos permiten ir a por lo que anhelamos.

Además, hay otras personas que todavía no saben cuál es su verdadera vocación, qué es lo que más les gusta, o que simplemente no cuentan con el tiempo ni la energía para emprender su búsqueda.

Esto puede llevarnos a vivir una vida llena de resentimiento. A estar desconectados del día a día y a resignarnos a vivir una realidad que no nos gusta, no nos satisface ni nos hace sentir bien con nosotros mismos.

Sin embargo, sí hay una manera de poder sentirse feliz, ser creativo y vivir con energía. Lo sé porque yo misma la apliqué en mi vida y en mi trabajo.

Fish! Es una filosofía de vida que hace que cambiemos nuestra forma de percibir nuestro entorno mediante pequeños pero significativos cambios en nuestra vida cotidiana en el trabajo.

Estás por aprender una nueva manera de pensar que te llenará de energía y pasión. Y que no solo te cambiará a ti, sino que también impactará a las personas de tu alrededor.

Con Fish! Descubrirás que puedes aprender a amar lo que haces, incluso si en ese momento no estás haciendo lo que amas.

La tercera planta

Era un lunes oscuro y gris en la ciudad de Seattle. Mary Jane se asomó por la ventana solo para confirmar lo que el hombre del tiempo había dicho por la TV: sería un día nublado y sin posibilidad de que el cielo se despejase.

Había llegado a Seattle hace 4 años. Vivía en California cuando cierto día, su esposo Dan recibió una increíble oferta de trabajo que les hizo mudarse. Ella no tardó en adaptarse, ya que rápidamente encontró trabajo.

Era supervisora en el área de servicios internos de First Guarantee Financial, una de las instituciones financieras más importantes de la ciudad.

Mary Jane y Dan amaban sus empleos. Solían quedarse charlando hasta altas horas de la noche sobre lo que habían hecho durante el día, del ambiente laboral de las empresas y de los proyectos que cada uno encabezaba.

Se apoyaban y se escuchaban el uno al otro todo el tiempo. Eran un gran equipo.

Sin embargo, doce meses después de haberse instalado en Seattle, Dan fue ingresado urgentemente a un hospital debido a un aneurisma. Falleció un par de semanas después.

Días nublados como estos le hacían recordarlo. Pero cuando sintió que la nostalgia la abrumaba, cortó de tajo su línea de pensamiento y salió al trabajo. La semana recién comenzaba y seguro ya la estaban esperando los empleados a su cargo.

Era una excelente jefa. Se había ganado el reconocimiento de sus empleados y directivos porque su departamento era de los mejores de toda la compañía. La capacidad de su equipo para resolver problemas y entregar resultados era impresionante.

En cambio, había otro departamento más grande en la tercera planta que también era igual de famoso, pero no por las mismas razones.

La tercera planta era conocida por ser un lugar horrible. Por los pasillos se platicaba que parecía un sitio sin vida. Todos parecían tener quejas acerca de los empleados que conformaban al departamento. Eran considerados vagos y poco cooperativos.

Mary Jane conocía muy bien todas esas historias. Y eso fue justo lo que la hizo pensar más de dos veces en aceptar o no un ascenso a jefa de departamento en la tercera planta.

Estaba muy cómoda con su equipo. Pero necesitaba la remuneración económica que este nuevo puesto le ofrecía. La muerte de Dan le dejó deudas importantes y necesitaba urgentemente el dinero.

Era la tercera persona que ocupaba el puesto en los últimos dos años. Y allí estaba ahora. Justo en la entrada de la tercera planta.