Tanto si se trata de un programador informático como del conductor de un camión de reparto, las características más valiosas de un empleado son esencialmente humanas: percibir, juzgar, crear y construir relaciones. Esto significa que buena parte del valor de una empresa son sus trabajadores y que, si estos la abandonan, se llevarán consigo ese valor para entregarlo a la competencia la mayoría de las veces.
Las compañías, los directivos, los inversores institucionales, todos están pidiendo una vara de medir sencilla y exacta para comparar la fortaleza de un lugar de trabajo con la de otro. Necesitan saber cómo cuantificar el capital humano de una organización y cómo es un lugar de trabajo sólido y vibrante. La Organización Gallup decidió desarrollar una herramienta así y lo hizo en forma de doce preguntas dirigidas a cada empleado que miden los elementos esenciales para atraer, prestar atención y retener a las personas con más talento:
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¿Sé lo que se espera de mí en el trabajo?
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¿Tengo el equipo y los materiales que necesito para hacer bien mi trabajo?
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¿En mi trabajo cada día tengo la oportunidad de hacer lo que mejor sé hacer?
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¿En los últimos siete días, he recibido reconocimiento o elogios por un trabajo bien hecho?
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¿Mi jefe/supervisor, o alguien más en el trabajo, muestra tener interés en mí como persona?
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¿Hay alguien en mi trabajo que estimula mi desarrollo personal y profesional?
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En el trabajo, ¿mis opiniones cuentan?
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¿La misión o propósito de la empresa me hace sentir que mi trabajo es importante?
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¿Mis compañeros de trabajo están dedicados y comprometidos con hacer un trabajo de calidad?
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¿Tengo un mejor amigo en el trabajo?
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¿Durante los últimos seis meses, alguien en el trabajo me ha hablado sobre mi progreso?
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¿Este último año, he tenido oportunidades de aprender y crecer personal y profesionalmente en el trabajo?
Estas doce preguntas son la forma más sencilla y exacta de medir la fortaleza de un puesto de trabajo. Si logramos crear un ambiente en el que los empleados puedan responder afirmativamente a ellas, entonces habremos construido un lugar excelente para trabajar.
Una prueba para las doce. ¿Existe relación entre esta vara de medir y los resultados empresariales? ¿Demostraría ser acertada en la práctica?
Para averiguarlo, Gallup puso en marcha una investigación masiva. En 1998, pidió a 24 compañías diferentes, representativas de 12 sectores distintos, que le proporcionaran cifras relativas a cuatro tipos de resultados empresariales diferentes: productividad, rentabilidad, retención de empleados y satisfacción de los clientes.
Después, entrevistó a los empleados y les pidió que respondieran a cada una de las doce preguntas basándose en una escala de 1-5. Lo que descubrieron fue lo siguiente:
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Los empleados que dieron una respuesta más positiva a las preguntas también trabajaban en unidades empresariales cuyos niveles de productividad, rentabilidad, retención y satisfacción de los clientes eran más elevados. Esto demostró la existencia del vínculo entre la opinión de los empleados y el rendimiento de las unidades empresariales en muchas compañías diferentes.
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El supervisor —y no la remuneración, ni los beneficios, ni los estímulos, ni el carisma del empresario— era el factor crítico para construir un puesto de trabajo sólido.
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Las asociaciones más constantes (diez de las doce preguntas) se dieron respecto al indicador de productividad. Se demostró que existe una relación directa entre la opinión de un empleado y la productividad de su grupo de trabajo.
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Ocho de las doce preguntas demostraron un vínculo con la rentabilidad. Son muchas las cosas que un empleado puede hacer para influir en los beneficios, desde apagar más luces hasta negociar más intensamente el precio. Esto sucede con más frecuencia cuando cada empleado se siente verdaderamente comprometido.
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El problema de rotación tiene que ver principalmente con los directivos. Las personas abandonan a sus supervisores y no a la empresa.
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De las doce preguntas, las más poderosas son las seis primeras, porque combinan las asociaciones más fuertes con la mayoría de los resultados de desempeño del negocio.
Es probable que un empleado se vincule a una empresa como Disney, General Electric o Time Warner atraído por un generoso paquete de beneficios y por la fama que tienen de valorar a los empleados. Pero es su relación con el supervisor inmediato que tiene la que determinará la duración de su permanencia y su nivel de productividad mientras trabaje en la empresa. Las doce preguntas nos dicen que, desde el punto de vista de los empleados, los directivos ganan la partida a las compañías.
Una buena vara de medir no solamente debe indicar a la empresa dónde se encuentra, sino también ayudarla a decidir qué hacer después. Un directivo cualquiera debe saber qué tiene que hacer para asegurar la calificación máxima para esas doce preguntas y para lograr el compromiso de sus empleados.
Ante todo, las preguntas deben formularse por fases y en el orden correcto, como si fuéramos a escalar una montaña. Leídas en el orden correcto, las doce preguntas pueden decirle a un empleado en qué fase de ascenso está y cuáles son exactamente las necesidades que debe satisfacer para continuar hacia la siguiente.
Campamento base: "¿Qué obtengo?" Entre las doce preguntas, hay dos fundamentales para medir el campamento base:
1- Sé lo que se espera de mí en el trabajo.
2- Tengo el equipo y los materiales que necesito para hacerlo bien.
El empleado necesita saber esto: ¿cuál será su remuneración?, ¿cuánto tiempo empleará para llegar al trabajo?, ¿tendrá oficina, escritorio, teléfono?, etc.
Primer campamento: "¿Qué debo dar?” En esta etapa, las preguntas del empleado giran alrededor de lo que él debe dar a la empresa. Su atención está puesta en sus aportes individuales y en las percepciones que otros tienen de ellos:
3- En mi trabajo cada día tengo la oportunidad de hacer lo que mejor sé hacer.
4- En los últimos siete días, he recibido reconocimiento o elogios por un trabajo bien hecho.
5- Mi jefe/supervisor, o alguien más en el trabajo, muestra tener interés en mí como persona.
6- Hay alguien en mi trabajo que estimula mi desarrollo personal y profesional.
Todas estas preguntas se refieren a la cuestión de la autoestima del empleado y de su valía como individuo. De no darles respuesta, todos sus anhelos de pertenecer, de ser parte de un equipo, de aprender e innovar se verán menguados.
Segundo campamento. "¿Pertenezco a este sitio?" Cualquiera que sea su sistema básico de valores, llegado a esta etapa, el empleado debe realmente averiguar si encaja en la empresa. Las siguientes cuatro preguntas miden el segundo campamento:
7- En el trabajo, mis opiniones cuentan.
8- La misión o propósito de la empresa me hace sentir que mi trabajo es importante.
9- Mis compañeros de trabajo están dedicados y comprometidos con hacer un trabajo de calidad.
10- Tengo un mejor amigo en el trabajo.
Tercer campamento: "¿Cómo podemos crecer todos?" Esta es la etapa más avanzada del ascenso. El empleado está impaciente por ver que todos mejoren y desea aprender, crecer e innovar. Y podrá innovar, aplicar sus propias ideas, únicamente si se ha concentrado en las expectativas correctas, si tiene confianza en su propia capacidad y si es consciente de cómo las personas que le rodean aceptarán o rechazarán sus nuevas ideas. Estas dos preguntas miden el tercer campamento:
11- Durante los últimos seis meses, alguien en el trabajo me ha hablado sobre mi progreso.
12- Este último año, he tenido oportunidades de aprender y crecer personal y profesionalmente en el trabajo.
La cima. Si puede responder positivamente a las doce preguntas, el empleado habrá llegado a la cima. Su enfoque es claro. Tiene permanentemente la sensación de logro, de sentir que le han exigido lo mejor de sí mismo y que lo ha dado todos los días. Mira a su alrededor y ve a otros que también parecen encantados con el desafío de su trabajo. Ayudado por un mutuo entendimiento y un propósito común, se vuelve hacia los desafíos que se perfilan en el horizonte.
Esta metáfora de la montaña revela que la clave para construir un puesto de trabajo sólido y vibrante radica en satisfacer las necesidades de los empleados en el campamento base y en el primer campamento. Es allí donde los directivos deben concentrar su tiempo y energía. Si no se han ocupado de las necesidades de primer nivel de sus empleados, todo lo que hagan por ellos más adelante será casi irrelevante.
Javi Viteri
Sin duda un cambio de paradigma refrescante para todo directivo o profesional de recursos humanos que busca retener a su talento